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Sus profetas son impertinentes,
    hombres traicioneros.
Sus sacerdotes profanan las cosas santas
    y violentan la ley.
Pero el Señor que está en ella es justo;
    no comete iniquidad.
Cada mañana imparte su justicia,
    y no deja de hacerlo cada nuevo día,
    pero el inicuo no conoce la vergüenza.

«Exterminé naciones;
    quedaron desolados sus bastiones.
Dejé sus calles desiertas,
    y nadie pasa por ellas.
Quedaron arrasadas sus ciudades,
    sin ningún habitante.

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